martes, 8 de septiembre de 2009

7 de Febrero

-¡¡Felicidades papá!!
Mis hijos habían preparado, con la indudable ayuda de su madre, una pequeña fiesta de cumpleaños en mi honor. Acababa de llegar a casa tras un duro día de trabajo, fuera el cielo gritaba con fuerza, una potente tormenta azotaba todos los rincones de la ciudad.
Cuando los pequeños se tranquilizaron un poco fui a abrazar a mi mujer, nos quedamos un rato en silencio observando la lluvia.
-Una vez más mi vieja compañera.
A mi mujer se le escapó una sonrisa.
-¿Por qué dices eso papá?
Ahí estaban ellos de nuevo, tres diablillos de cabello rubio con ojos saltones formulando preguntas.
-Muy bien, sentaos junto a la ventana. Vais a saber por que es tan importante la lluvia en la vida de vuestro padre.

Se podría decir que los días más importantes o decisivos de mi vida han estado acompañados de este fenómeno.
Vosotros no lo recordareis porque erais muy pequeños pero hace unos años cayó una gran tormenta, de las que se ven pocas veces, y vuestra madre tenía que ir como todos los días a trabajar en metro. Salió decidida con el primer paraguas que encontró en casa pero la lluvia y el viento eran tan fuertes que no llegó muy lejos, el paraguas quedó totalmente destrozado a unas pocas calles de distancia. Eso la obligó a entrar en una tienda cercana a comprar uno un poco más resistente, tan solo le llevó unos minutos sin embargo, fueron suficientes para hacerle perder el transporte público.
Ese mismo día, el metro de las nueve que ella siempre cogía tuvo un accidente en el que fallecieron casi todos los pasajeros.

El día que compramos esta casa, fue realmente espantoso, no paraba de llover y tardamos muchísimo en encontrar la dirección asíque acabamos empapados. Cuando al fin llegamos descubrimos que la casa era mucho más pequeña de lo que esperábamos y además estaba llena de goteras, necesitaba una buena reforma. Aun así nos la quedamos porque no teníamos dinero para mucho más y fuimos tirando. Una casa pequeña para una gran familia dije, y meses más tarde vuestra madre estaba embarazada de vosotros, trillizos.
La vida tiene sentido del humor, ¿verdad?

Muchos años antes de eso, cuando iba al colegio, había un niño que siempre se metía conmigo y me hacía la vida imposible. Todo lo que yo quería él también lo quería y casi siempre se salía con la suya. Estando en el instituto nos dio por enamorarnos de la misma chica, él tenía todas las de ganar, se sentaba más cerca de ella y tengo que reconocer que yo era bastante tímido asíque no daba grandes progresos. Hasta que un día, me armé de valor y la invité a tomar algo esa misma tarde, después de clase. Mientras estábamos en la terraza de un bar comenzó a llover y los dueños se pusieron a recogerlo todo inmediatamente hasta dejarnos practicamente solo con las sillas, fue un fracaso total de cita pero nos reimos tanto y lo pasamos tan bien que al final la chica fue para mi y.. aquí estamos.

Y por si no fuera poco, el día que yo nací, o mejor dicho, el día que mi madre se puso de parto, un seis de febrero llovía a mares. Parece que me daba miedo porque no quería salir, la cosa se alargó muchísimo y no asomé la cabeza hasta el día siguiente, justo cuando paró de llover.
La verdad es que a mis padres les encantó el detalle porque justamente un siete de febrero fue cuando ellos se conocieron, en el momento en que a vuestra abuela se le rompió una de las bolsas de la compra, a la salida del supermercado, y vuestro abuelo le ayudó a recogerlo todo bajo la lluvia.

-Y todas esas cosas papá, ¿no pueden ser solo casualidades?
-No hijo no, al principio puede parecerlo pero cuando pasa un tiempo te das cuenta de que debe tratarse de algo más.


"Las coincidencias no existen
solo existe lo inevitable..."
En este mundo todo
pasa por alguna razón
Esther