martes, 9 de diciembre de 2008

Dos mil ocho

Entro en la estación de tren de mi ciudad y ocupo asiento en uno de sus muchos bancos.
Me gusta observar los trenes, la cantidad de gente completamente distinta que se reune en un mismo punto, casi siempre con demasiada prisa como para darse cuenta.
Hay un viejo árbol de navidad en la esquina que parece estar pidiendo a gritos la jubilación. Sus luces parpadeando sin ningún tipo de sentido.. al menos no para mi.
A mi lado se sienta una mujer con su hija pequeña, tal vez de unos siete u ocho años. Sus ojos se clavan en el árbol al igual que los mios hace un instante, no para de hacerle a su madre preguntas sobre la navidad, santa claus, los reyes magos y sus regalos. Como la mayoría de los niños tiene el extraño poder de hacerme sonreir.
Su madre queriendo evadirse de las preguntas le pide que le comente lo que le ha parecido este año dos mil ocho que tiene ya los días contados.
A la niña le cuesta un poco responder a esa pregunta y tras un largo rato de profunda meditación contesta que "no ha estado mal"... y sigue con su lista de regalos.

No ha estado mal.
Una buena respuesta nadie puede decir que no. Te libra de comentar la más que nombrada crisis mundial, la incesante subida de los precios o la que se armó con la huelga de transporte.
Y al mismo tiempo tienes en cuenta las cosas buenas. El más que necesitado cambio en Estados Unidos con la presidencia de Obama, la victoria de la selección española de fútbol en la eurocopa (que ya les tocaba joder) o todas esas cosas extraordinarias que nos pueden suceder cualquier día del año y que pueden a todo lo malo, aunque haya que saber verlas.

Pues sí, no ha estado mal este Dos mil ocho. Tres palabras, cuatro números y 365 días que estan ya en su cuenta atrás y que se marchan cada vez más en silencio como el último tren de esta estación donde yo espero, creyéndome sola, la llegada del año nuevo.


Esther
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La tierra del Poeta

Érase una vez un gran Poeta que vagaba sin rumbo de ciudad en ciudad dejando por su paso un sinfín de escritos. Historias, poemas, relatos.. los había de todos los gustos y, como era de esperar, agradaban a todo el que tenía oportunidad de leerlos.
Yo seguía su trabajo desde hacía mucho tiempo, siempre detrás de sus huellas soñando con el día en que por fin podría alcanzarle y decirle todo lo que pienso sobre su trabajo, sobre su persona..Esta vez nuestros caminos parecían estar a punto de cruzarse, supe que su próxima parada sería en el reino Discordia y hasta allí me desplacé sin pensármelo dos veces.

Una vez allí lo que me encontré no era para nada lo que yo había soñado, el Poeta ya se había marchado pero sus textos parecían haber creado un gran revuelo entre la población, mucho más que en otras ocasiones. Había opiniones para todos los gustos, bellas doncellas que morían por sus huesos, envidiosos caballeros que pedían su cabeza, misteriosos criptólogos que decían ver en sus letras algo más..
De todo esto a mi solo me interesaba el poema, pero no había forma de encontrarlo. Allí la gente solo hablaba de la vida del autor.
Desde aquel día y tras las consecuencias que aquello tuvo nunca más se volvió a saber de él pero aun así yo seguía buscando por distintas ciudades, tenía que haber algo, un pequeño texto, alguna pista..
Nada.

Una noche, caminando por el bosque, me desvié de mi sendero por error debido al agotamiento. Llegué a lo que parecía la entrada de un pueblo o ciudad pero en el cartel de bienvenida las letras estaban completamente borradas.
No me quedó más remedio que buscar algún lugar donde pasar la noche y no hizo falta que me adentrara demasiado hasta encontrar un pequeño hostal.
El sitio parecía desierto y estaba algo sucio y descuidado. No debían tener muchos clientes por allí pero era lo único que había asíque decidí no hacerle ascos y acercarme al mostrador.El recepcionista era un hombre muy atractivo con una mirada capaz de perforarte el alma.

-Qué desea?
Tardé unos segundos en reaccionar
-Eem.. quisiera una habitación para pasar la noche.
Se dió la vuelta y abrió un pequeño armario que estaba lleno de llaves, pude ver que estaban todas las de las habitaciones, no había nadie más allí. Las dejó encima del mostrador sin decir nada más.Estaba muy cansada, solo quería subir y dejarme caer sobre la cama pero una pequeña corazonada me dijo que no esperase hasta la mañana siguiente para hacer esa pregunta.

-Sabe si..? sabe si por aquí vive un Poeta?
El hombre, al principio sorprendido, dejó ver por primera vez una sonrisa.
-No se ria, lo digo en serio. Llevo tiempo buscándole, creo que podría estar por aquí.
-Cuál es su nombre?- dijo finalmente el recepcionista
-No lo se, nunca lo he escuchado.. tal vez viva buscándolo.
Se hizo otro silencio y contestó.
-Se le ve muy cansada, será mejor que suba y duerma un poco. Puede continuar su búsqueda mañana estoy seguro de que anda cerca.

No se por qué pero me tomé sus palabras al pie de la letra, había algo en ese hombre que me hacía confiar..
Desperté a la mañana siguiente, la cual se me presentaba en forma de nubes grises, el ambiente estaba húmedo y bastante oscuro. Cuando bajé no había nadie tras el mostrador, no tenía tiempo que perder asíque dejé el dinero encima y salí de allí lo antes posible.
Comencé a caminar por el extraño pueblo y a medida que iba avanzando empecé a darme cuenta de que estaba envolviéndome en una especie de telaraña.. hecha de verbos!
Me la quité de encima como pude y cuando levanté la vista mis ojos quedaron perplejos ante el espectáculo que tenía delante. Era toda una ciudad hecha por palabras, poesías, canciones, sonetos, frases, párrafos, estrofas, estribillos.. Todos ellos de una belleza y sensibilidad indescriptibles.
Era toda una ciudad fundada por el Poeta y construida con sus sueños.
Empecé a caminar por sus calles hasta llegar a perderme pues estas formaban su cara. Era un rostro que ya había visto antes, era el recepcionista.
Le había tenido tan cerca, apoyado en aquel mostrador.. y aun así se me había vuelto a escapar.

Ahora vivo atrapada entre las misteriosas calles de su ciudad, donde me alegra saber que sigue escribiendo y de esta forma paso los días soñando (entre sus sueños) con poder verle de nuevo.


Para mi poeta favorito
Esther