miércoles, 3 de febrero de 2010

Artista

Sally descansa sobre la cama del motel justo cuando le escucha llegar. Sólo eran unos faros más reflejados en el techo oscuro de la habitación pero un motor tan ruidoso tenía que ser el de la vieja furgoneta de Jack, no había duda.
Le ve entrar despacio, cerrando la puerta con cuidado, dejando su guitarra sobre un sillón viejo, y desvistiéndose lo más silenciosamente posible. A Sally se le escapa una risita.
- ¿Qué haces despierta a estas horas?
- No podía dormir, ya sabes.. - se señala el vientre. - Mareos, nauseas, patadas.. lo típico.
- No tenias que haber venido
- No empieces con eso
- En serio, no hacía falta..
- ¿Cómo ha ido el concierto?
- No cambies de tema..
- ¿Sabes en qué estaba pensando antes de que vinieras? Estaba pensando en el día que nos conocimos

Era uno de los peores días de mi vida, había tenido una movida muy grande en casa, mis padres no me entendían y yo no les entendía a ellos. Solo quería alejarme, salir de allí, no me importaba nada. Corrí y corrí sin saber a donde me llevaban mis pasos hasta que me di cuenta de que estaba pisando arena.
Tenía el mar enfrente, normalmente eso era lo que me ayudaba a serenarme y a aclararme las ideas, había llenado muchas tardes de soledad escuchando las olas del mar, pero no fue eso lo que me hizo detenerme aquel día. Era la mejor melodía que había escuchado jamás, o tal vez se trataba de la única que había logrado llegar hasta mi alma. Seguí el sonido de las notas de una guitarra con la mirada que me condujeron hasta ti, y entonces todo volvió a tener sentido.
Todas las tardes durante los dos meses siguientes de mi vida, las pasé en esa playa escuchándote tocar. Iba siempre a la misma hora, me sentaba siempre a la misma distancia, al principio solía limitarme a cerrar los ojos, dejándome llevar hasta que el sol se fundiera con el mar en calma del horizonte. Más tarde solo podía quedarme embobada mirándote a ti con tu guitarra en las manos. La forma en que se movían tus dedos, la expresión de tu cara, tu pelo enredándose en el viento.. todo tu ser me tenía hipnotizada.
Empecé a desear que te fijaras en mi, que supieras que estaba allí solo por ti, tan cerca.. que pudieras leer mis pensamientos.. Pero tú solo tenías ojos para tu música y supuse que nunca te fijarías en una niña boba, que no tenía nada mejor que hacer que pasar día tras día sentada en la arena.

Entonces ocurrió algo para lo que no estaba preparada, algo que cualquiera hubiera podido imaginar pero en lo que yo ni siquiera había pensado. La peor tarde de septiembre de mi vida, en una playa vacía. No estabas allí, no estaban tus canciones, ni tu guitarra, y me entró el pánico, intenté serenarme y estuve esperando durante horas con la esperanza de que aparecieras más tarde, pero no fue así.
Pasaron dos largas semanas que se me antojaron interminables, yo vagaba como un alma en pena, siempre a la misma hora, siempre en el mismo sitio que, pese a su belleza natural, ahora parecía estar muerto. Me puse a pensar en lo idiota que había sido y a arrepentirme de no haber tenido el valor de acercarme a ti. Te echaba tanto de menos.. y ni siquiera sabía tu nombre.

Fue una amiga la que me avisó, acababan de abrir un local nuevo, un sitio pequeño donde podías pasar una buena velada escuchando algo de música en vivo. Pensé que se trataría de alguna banda de jazz y estaba pensando ya que excusa ponerle para escaquearme cuando mis ojos se posaron en el cartel. Leí el que por aquel entonces yo no sabía que era tu nombre, a la guitarra, y sentí una corazonada.
Nos presentamos la noche del estreno, mi amiga iba acompañada de su novio, lo que me vino de perlas porque así nadie se daría cuenta si estaba un poco rara o fuera de la conversación. Estaba muy nerviosa y no sabía bien por qué.. hasta que te vi.
Por primera vez tus ojos no estaban posados sobre tu instrumento sino que miraban a las personas que había en el local, tu público. Formabas parte de un grupo aunque para mi era como si solo estuvieras tú. De repente me sentí tan pequeña, le pedí a mi amiga que nos sentáramos lo más lejos posible del escenario, no quería que me vieras, como si tuviera miedo de que descubrieras lo mucho que disfrutaba con tu música, o lo que sentía por tí. Nada lógico después de haber estado deseando volver a verte, lo sé.
Pasé la mayor parte de la noche en una burbuja, hasta que vi que en una de las pausas entre tema y tema te acercabas al micro, querías decir algo y yo por fin tendría la oportunidad de oir tu voz. Pero jamás hubiera imaginado que ese se convertiría en el momento más feliz de mi vida. Explicaste que la canción que estabais apunto de tocar la escribiste pensando en una chica que te encontraste un día en la playa, la viste tan triste que quisiste alegrarla de alguna manera y sin saber bien lo que hacías empezaste a tocar para ella. Todos los días acudías al mismo lugar, a la misma hora, para tocar para mi, me mirabas intentando que no se notara y acabaste igual de hechizado que yo.
No pudiste seguir acudiendo a la cita porque estabais empezando en serio con los conciertos y por eso me habías compuesto y dedicado esa canción, para que si algún día yo te escuchaba de nuevo pudiera saber lo que sentías.
En ese instante supe que no volvería a separarme de ti nunca más, ni a perderme uno solo de tus conciertos.

- Y no lo has hecho.
- Hasta hoy.
- Hoy tienes excusa, de hecho no tendrías ni que haberte desplazado en tu estado
- Sabes lo mucho que disfruta el pequeño escuchando a su padre
- Tanto como su madre, a decir verdad siempre pensé que saldrías corriendo después de alguna gira, es una vida dura.
- Siempre has tenido poca fe.


" ..y si tú fueras mi artista yo sería tu equipaje
llevaría tu maleta y tu guitarra a todas partes,
y si tú fueras mi artista, pagaría los peajes,
sacaría dos billetes para no volver del viaje.. "
Esther