sábado, 31 de octubre de 2009

Yo creo, sí creo

- ¡JAJAJA, que tonta!!
Lucy se levantó sonrojada del suelo lo más rápido que pudo.
- Me han asustado, parecían de verdad!
- Jajaaja, ¡todo el mundo sabe que los fantasmas, los vampiros o los monstruos no existen!
- ¿Y tú como lo sabes??
- Ya lo entenderás cuando crezcas, enana.

Era una noche de Halloween en la que Lucy, como todos los niños de su edad, recorría las calles de su pueblo llamando de puerta en puerta a sus vecinos para que le dieran caramelos. De lo contrario, se llevarían un susto de muerte, aunque parecía que por el momento la que se estaba llevando los sustos era ella.
Lucy siempre había visto la noche de Halloween como la más terrorífica de todas, una noche en la que todo podía suceder, incluso que los muertos se levantaran de sus tumbas y fueran en busca de niñitas rubias y monas como ella a las que devorar. Todos los años le atormentaban pensamientos parecidos y había personas que adornaban sus casas de una forma tan real.. ¿cómo podía no asustarse?
Y esa era la razón por la que los demás niños de su barrio siemrpe se reian de ella.

- ¡Ya estoy harta de vosotros! ¡seguiré yo sola!
- Sí, anda, ¡pero ten cuidado oogey boogey anda suelto!! ¡jajajaja!

No les necesitaba para nada, seguiría asustando a sus vecinos con su horripilante disfraz de brujita de ocho años y conseguiría muchos más caramelos que todos ellos juntos, por supuesto que sí.
Mientras se regocijaba en su inminente victoria se encaminó sin darse cuenta hacia un sendero que la alejaba cada vez más del pueblo. Por allí ya solo habían casitas de campo que aunque también eran una presa fácil contra sus poderes de bruja cada vez se volvía todo más oscuro y le daban más miedo.
Cuando por fin se dio cuenta de lo que se había alejado y estaba decidida a dar media vuelta, vislumbró a lo lejos una casa enorme que parecía más bien una mansión. No recordaba haberla visto nunca antes la verdad, pero allí estaba de eso no cabía duda, y podría llegar a ella siguiendo el sendero.
Agudizó un poco más la vista, la fachada de la mansión estaba cubierta de adornos de halloween, muchas telarañas, murciélagos, calabazas.. tenía de todo.

- Una casa tan grande debe ser de gente rica y seguro que tienen muchísimos caramelos para repartir.. Además no creo que haya muchos niños que lleguen hasta aquí osea que podré llevármelos todos.
Era el golpe perfecto, una oportunidad de oro para darles una lección a los pesados de sus vecinos que siempre le estaban haciendo la vida imposible.
Siguió el sendero y no tardó en plantarse delante de la puerta de aquel caserón. Era mucho más grande de lo que le había parecido a simple vista.
Habían dos esqueletos custodiando la entrada, ambos a cada lado de la puerta, parecía que habían salido del mismísimo infierno. Aun después de haber llegado tan lejos la idea de volver por donde había venido sin más no le parecía tan descabellada.. pero no, estaba decidida a darles una lección a esos dos. ¡Tenía que ser valiente!

Cuando su mano temblorosa estaba a punto de golpear la puerta, esta se abrió de repente antes de que llegara a tocarla.
Y Lucy gritó como nunca había gritado.
- Disculpeme señorita, no era mi intención asustarle.. oh vaya, que frase tan rara para una noche de halloween ¿verdad? jaja..en fin, ¿por donde iba? ¡ah sí! Bienvenida al hogar del señor Jacques Gonnord, yo tan solo soy un humilde mayordomo pero él le está esperando. Pase, pase por favor, no se quede aquí fuera que está muy pálida, acérquese a la chimenea.
Lucy, incapaz de reaccionar todavía, se limitó a seguir al mayordomo hasta una estancia muy amplia, era una sala enorme y adornada de forma muy lujosa, parecía la casa de un conde o algo por el estilo.
Había un cuadro enorme en el centro de la sala, era el retrato de un joven muy apuesto. Vestía de época, su cabello largo y rubio caia sobre sus hombros y sus ojos verdes y profundos parecían ser capaces de atraverarte el alma. Lucy quedó inmediatamente cautivada por la imagen y se acercó más a él. 1970, parecía ser la fecha en la que se había pintado el cuadro.

- Buenas noches señorita, siento mucho haberla hecho esperar.
Al girarse sobresaltada se encontró de frente con el mismo chico de la pintura, vestía exactamente igual y no parecía haber envejecido nada.
- Veo que estabas observando mi cuadro, espero que haya sido de tu agrado.
Una sonrisa pícara de dibujó en su rostro.
- Sí, sí, es muy.. bonito. Es solo que.. aquí pone 1970..
- Ahá, es el año en el que fue pintado.
- Pero.. ¡si estás exactamente igual que entonces!
- Claro, eso es porque soy un vampiro.
Lucy no sabía si echarse a reir o salir corriendo. ¿Un vampiro? ¿No dicen que eso es imposible? Supuso que le estaba gastando una broma asíque empezó a reir.
- ¿Acaso no me crees?
- Bueno, está claro que esto debe tratarse de una broma... o es una pesadilla, sí eso es, debo haberme quedado dormida o algo así. Los vampiros no existen.
- Voy a hacerte una pregunta muy importante asíque por una vez olvida todo lo que te hayan podido decir y contesta sinceramente. ¿Tu crees en los vampiros? ¿Crees que soy real?

Todo le daba vueltas, ¿algo así podía estar pasando? cerró los ojos, intentó escuchar las palabras del vampiro y fue sincera.
- Sí, creo en los vampiros.
- Entonces soy real.
- ¿Así de simple?
- Jajaja, claro. Mira, mientras haya una persona en el mundo que crea en algo... entonces tiene que existir, ¿no?. En cambio si nadie lo creyera, dejaría inmediatamente de ser real.
- Entiendo...
- Has venido a por caramelos ¿verdad?. No te preocupes que ya me he encargado de eso, cuando vuelvas a casa serás la niña que más ha recolectado del pueblo.
- Pero espera, tengo un monton de preguntas que hacerte. Por ejemplo, nunca había visto esta casa antes, ¿por qué?
- Solo nos dejamos ver en noches como esta. Escucha, entiendo tu curiosidad pero tienes que volver a casa, tu madre estará preocupara por ti, ¿no crees?
- ¡Pero..!
- Bebamos algo antes de que te marches, ¿te apetece?
El mayordomo volvió a entrar en la sala y traia dos copas llenas de un líquido rojo color sangre que Lucy no supo identificar. Después de tomar un trago sintió que le pesaban los párpados y aunque luchó por mantenerse despierta acabó cayendo dormida en los brazos de Jacques.

La mañana siguiente despertó en su cama, tenía puesto el pijama y estaba un poco aturdida. Se vistió y bajó corriendo las escaleras decidida a buscar alguna explicación.
Cuando entró al salón volvió a llevarse una sorpresa, mirara donde mirara todo estaba inundado de caramelos, dulces, gominolas y otros trofeos típicos de halloween. Con una cantidad así seguro que habría sido la niña más afortunada del pueblo. Fijó su vista en la ventana, alli habían dos cabecitas curiosas intentando asomarse sin que nadie les viera, la envidia se adivinaba en sus ojos.
Lucy estaba tan contenta, ¡por fin les había dado su merecido! Y todo gracias a un vampiro, ¡uno de verdad!
Quiso darle las gracias cuanto antes asíque cogió la bici y pedaleó lo más rapido que pudo por el mismo sendero que había tomado la noche anterior.
Cuando ya debía estar acercándose se dio cuenta de que no se veía ningún caserón a lo lejos, se asustó y pedaleó más rápido aun, pero al llegar al lugar exacto no había nada.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y al agachar triste la cabeza encontró un pequeño cofre que contenía una nota que a día de hoy, sigue guardando como el mejor de los tesoros.

"Gracias a ti por dejarme existir"

This is Halloween
Esther