sábado, 6 de marzo de 2010

¡Eureka!

Yo era un escritor fabuloso, o un magnífico escritor. Quizá solo era un buen escritor, pero el caso es que cuando me sentaba delante de la máquina no volvía a levantarme hasta que llevara al menos diez páginas escritas. ¡Y a la gente solía gustarle!
¿Que por qué hablo en pasado? Porque todo eso se acabó, un día sin más, de la noche a la mañana. Como se suele decir, un día cualquiera... me siento en mi escritorio como de costumbre, poso los dedos sobre las teclas de la máquina y... nada, simplemente nada. Un folio en blanco, un maldito folio en blanco pero eso no es lo peor de todo, no. Lo peor es mi mente, una mente en blanco.

Pero no pasa nada, no hay de qué preocuparse porque el otro día, comentándole esto a un amigo me dijo que no era para tanto, que tiene solución. Mientras mi ingenio decidía a donde mandarle me enseñó un anuncio en el periódico y entendí lo que quería decir. Ponía lo siguiente:

Detectives Weirmith, encontramos lo que otros no se atreven a buscar. Sin importar lo que haya perdido nos aseguramos de que lo recupere en menos de 48 horas.


Y al fin y al cabo eso es lo que yo necesitaba ¿no? Pues aquí estoy, esperando a que los detectives puedan atenderme, sentado frente a la puerta de su despacho, leyendo revistas (o haciendo como que me interesan) justo como la gente que me rodea y también espera su turno. En una sala cuadrada con la mesa de una secretaria, más interesada en limar sus uñas que en atender a la gente, a un lado. Nervioso, ¿a quién voy a engañar? ¡Claro que estoy nervioso! solo espero que no se rían de mi y sean capaces de ayudarme.

Se abre la puerta del despacho y todos los presentes en la sala miramos con expectación esperando algún tipo de "siguiente?" o cualquier cosa por el estilo, y ahora que lo pienso.. ¿Quién es el siguiente? ¿Quién ha llegado antes? no sabría decirlo. El caso es que no sale nadie del despacho, ni tampoco nadie se atreve a entrar.
-Te toca a ti, guapito.
La secretaria me señala con su lima y, para ser sincero, con una mueca de asco también. No era necesario, ya había notado el sarcasmo en su voz.
Bien, pues ya no hay marcha atrás. Entro al despacho.

Al entrar me encuentro con una atmósfera bastante cargada de humo, y un olor a puro casi insoportable, asique hasta ahí todo normal. Dos tipos bastante serios, vestidos con camisa, corbata, tirantes, gabardina y un sombrero de oficio me miran con cautela, como estudiándome. De arriba a abajo y de abajo a arriba. Vale, muy típico, eso me relaja a pesar de que dudo que sea esa su intención.

- Siéntese por favor señor...
- Crowley, me llamo Brandon Crowley
- Muy bien señor Crowley, somos los detectives Weirmith, ¿en qué podemos ayudarle?
- Pues verán.. es que he perdido algo muy, muy importante pero no sé si serán capaces de...
- Señor por favor, todos nuestros clientes han perdido algo importante y hasta ahora siempre hemos podido ayudarles, díganos de que se trata sin más rodeos.
- He perdido la inspiración.
...
Silencio, vale, eso me lo imaginaba. Ahora es cuando empiezan a reírse de mí y más tarde me mandan al psicólogo.

- ¿Alguna cosa más?
- Eem.. no, creo que con eso ya os he dado trabajo suficiente.
- ¿Pero qué dice? eso no es nada jajaja, se sorprendería de la cantidad de artistas, músicos o escritores que vienen buscando lo mismo.
- De hecho, yo soy escritor.
- Sí, tiene toda la pinta.
- ¿Perdone?
- Bien, si solo se trata de eso, podemos arreglarlo ahora mismo.
- ¿Tan rápido?
- Claro, dígame, ¿ha conocido a alguna chica en los últimos días?
- Bueno, conocer, conocer..
- ¿Alguien que haya llamado su atención más de lo normal? ¿Alguien a quien, con solo mirar, siente que pierde el aliento?
- Sí, ¡sí!... la verdad es que me ha pasado. Pero es una chica que no conozco, coincidimos en la misma cafetería, eso es todo.
- Bien, pues esa chica es la que le ha robado la inspiración, así de simple.

Así de simple, claro que sí, yo voy por la calle paseando a mi inspiración, aparece esa chica y me la roba. Caso resuelto.

- ¿Podría explicarse mejor? no entiendo nada.
- Es muy sencillo, esa chica ahora es su musa. Su inspiración está donde esté ella. Encuéntrela y volverá a sentirse inspirado, aunque solo se cruce con ella, aunque solo la vea de reojo. Se sentirá mucho más inspirado.
- Ahá...
- No le veo muy convencido, lo único que puede hacer es comprobarlo por usted mismo. Vaya a esa cafetería y cuando la vea lo comprenderá. Ah, y tenga en cuenta que es posible que no siempre sea la misma persona, puede tener varias musas. Pero ya se dará cuenta en su momento también.

- Está bien, espero que tengan razón, muchas gracias por todo.

No pago aun, no hasta que sepa si lo que me han dicho es cierto. Me parece increíble pero peores cosas se habrán visto ¿no?

Voy al local en cuestión y espero, más o menos es la misma hora que la otra vez así que si es una chica de costumbres, y espero que así sea, no tardará en aparecer.

Pasan unos minutos y efectivamente ahí está. La veo de lleno, la tengo justo enfrente de mí, puedo estudiar todos sus gestos… o todo su cuerpo… y espero a que pase algo. Pero no pasa nada. No siento nada fuera de lo normal, ¿tengo la cabeza más despierta? Parece que sí, pero igual solo es porque estoy esperando a que pase algo... que no pasa. ¿Y si me acerco a ella y se la pido? Oye, esto... perdona, ¿me podrías devolver mi inspiración? ¿Sí? Muy amable, gracias.

Me voy a casa, esto es una estupidez. ¿Cómo va a tener esa chica mi inspiración? El caso es que no puedo quitármela de la cabeza, ni toda esta historia. ¿Y qué solía hacer yo en estos casos? Ah sí, escribir.

Bueno pues aquí estoy, sentado frente a mi Olivetti, ordenando todos estos pensamientos en un papel. Aunque casi sin pensar en realidad... de hecho solo dejo que mis dedos vayan por libre y escriban lo que quieran. ¿Porque estoy escribiendo no? Vaya, casi se podría decir que estoy inspirado.


Esther